casting para Sundance Krauss

Sus pasos apenas eran perceptibles por el efecto de amortiguador que realizaban sus botas contra los adoquines de las calles del Distrito 9. Un escalofrío recorrió su cuerpo al observar las calles vacías, dignas de una historia de terror. El vacío que la producía le hacía empequeñecer más de lo que en esos momentos se sentía. ¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba todo el mundo? Sabía que debía dejar de arriesgarse y marcharse por los zonas cercanas a la valla e incluso saltarla, pero sus ganas de saber qué había más allá e investigar podían con ella. Y siempre acompañada de sus pequeños papeles en el que le gustaba reflejar lo que para ella era una de las cosas más hermosas y por las que merecía vivir en esos momentos en Panem: la naturaleza. Las cosas se habían complicado en los últimos tiempos, votar a un presidente de una forma democrática y que, tras su victoria, los rumores sobre su extremismo y ganas de volver a los días en los que el resto de distritos estaban gobernados con mano dura por el Capitolio. Sin duda, Sundance comenzaba a creer que todas aquellas habladurías eran ciertas y que la gente a su alrededor no quería creerlo, pero ella lo acababa de comprobar tras haber visto la vieja valla restaurada otra vez. De hecho, parecía nueva, incluso se acercó con precaución a ella por miedo a que estuviera electrificada, pero nada le indicó que fuera así, así que pasó sus finos dedos por el metal recién pulido y un nuedo se formó en su garganta. Se había decido a pasear, para intentar olvidarlo, pero el ver que a su alrededor no había nadie solo había aumentado su temor de que todo fuera real y no un simple sueño.

Giró la calle y se topó con varias familias que se apresuraban en dirección a la plaza. Las miradas que recibía de ellos ni sabría expresar Sundance con exactitud qué le querían decir, pero les siguió. La plaza estaba abarrotada, sin duda todas las familia del distrito estaban allí y se apresuró en buscar a su familia. Tan absorta estaba en encontrarles que ni si quiera se dió cuenta de que una enorme pantalla presidía un escenario imperial. Se paralizó al escuchar la voz del actual presidente y elevó la vista. Sin duda era un hombre que reflejaba el poder, su firmeza mientras les hablaba desde su cómodo asiento en el Capitolio no hacían más que engrandecer su figura.

Si alguien le pidiera a Sundance que le hiciera un resumen de su discurso, no sabría qué decir. Su mente se perdió en el infinito al escuchar esas tres simples palabras, pero que, para ella, tenían tanto sentido. Juegos del Hambre. Su respiración se agitó y una de las comerciantes, que se encontraba a su lado, la tomó de la mano, en un intento de tranquilizarla. Debía ser una pesadilla. No quería ver en persona algo de lo que sus abuelos y la gente más mayor se habían pasado recordando con tristeza en un intento de hacer comprender al resto que algo tan cruel no se podía volver a repetir. Ahora le tocaría vivirlo a ella.